Querer y no poder

Al hombre se le suelen conceder todos los conocimientos e incluso habilidades en el terreno sexual. Él es el experto, el que domina todos los resortes para las prácticas eróticas. Ese exceso de confianza decae cuando las cosas no funcionan como “deberían”. Esto puede suponer un mal trago para el hombre, si además la mujer exige a su pareja que funcione a la altura de las circunstancias.